sábado, 19 de abril de 2014

Aventuras mil en el Campamento Primaveril

Qué recuerdos nos vienen del campamento de Primavera, parece que ya han pasado muchos lustros, pero no ha pasado ni una semanita que nos fuimos a chapotear a Lomo Jurgón con todo grupo.

Nuestra aventura empezó más o menos sobre las 9.30 de la mañana empezando todos a llegar a Don Benito para coger la guagua (Qué manía tienen las Amigas del Bosque de quedar tan temprano siempre). Y ahí estábamos nosotros, los primeros de la guagua flipando con todas las bonitas canciones que tiene nuestro grupo y que casi todos se la saben. Nosotros nos tenemos que poner a ensayar un poquito, pero ya tenemos algunas dominadas.

No recordamos muy bien cuando, pero llegamos. Damos gracias al señor chofer por coger el menor número de curvas, que la última vez fuimos todos mareaditos. Y ahí estábamos los castores, con nuestras súper mochilas al hombro, caminando hasta lo que iba a ser nuestro estanque por dos días.

Al llegar, después de organizarnos en las habitaciones, porque si señores y señoras, ¡teníamos Camas!, y soltar todas nuestras cosas, Kata la suricata nos contó que Baloo, el gran oso sabio de la selva, se iba a venir una temporadita con nosotros. ¡Si señor! ¡Ya tenemos un oso fuerte al que subirnos a la espalda!

Después de los gritos, normas y todo ese rollo de siempre, los castores nos fuimos a preparar nuestro DIQUE. Seguro que algunos se preguntarán que es un dique y que fue lo que hicimos, lo explicamos: Un dique es una actividad que los Castores elegimos, creamos, preparamos y celebramos, puede ser cualquier cosa, siempre y cuando toda la colonia esté de acuerdo y participe en la realización de la actividad. Pues nosotros, que somos tan generosos, decidimos que queríamos hacer una  merienda para grupo. Pero no una cualquiera, una con sabor a castor. Así que hicimos brochetas de chuches, porque los castores somos amor y dulzura( ya sé, ya sé, si en verdad somos unos cafres, pero nos hacemos querer).

Casi sin poder reposar la comida, los Lobatos de la Manada Impeesa realizaron su cacería, que es igual que nuestro dique, que fue nada más y nada menos una Gymkhana en donde los Lobatos se transformaban en banderlog. ¡Fue una cacería súper guay! ¡Felicidades Lobatos!

Cuando acabamos todos de pasar la Gymkhana, por fin podíamos presentar nuestro Dique a grupo, pero fuimos un poco vergonzosos y las Amigas del Bosque nos tuvieron que ayudar a explicarlo. Todo grupo estaba muy contento con nuestra merienda y nos felicitaban de lo bien que habíamos cocinado.

Ya, después de nuestra gran merienda, solo nos quedaba ensayar el fuego de campamento y cenar. El fuego de campamento siempre es algo que a los castores nos gusta mucho, y esta vez, hicimos una obra de teatro sobre los concursos caninos. Nos convertimos en perros y Baloo y Kata en presentadoras del concurso. Como siempre, el fuego se alargó un montón y nosotros nos estábamos quedando dormidos apoyados en los brazos de Baloo o de algún lobato que pillábamos. Pero fue un gran fuego.

A la mañana siguiente, tocaba hacer nuestro Estanque de Nenúfares, donde Sol decidió hacer su promesa de castor y elegir a Lava como su padrino. Lava, a su vez, se le recordó que la cola de castor verde ya la había superado por su gran actividad sobre el medio ambiente.

El día pintaba caluroso, no como el día anterior que había estado lloviznando, así que nos fundamos la gorra y después de comer corrimos hacia el circulo de grupo para hacer las ceremonias pertinentes. Al acabar, la tropa y el clan se fueron al local, y los escultas marcharon a hacer un pateo, dicen los scouters que era muy bonito y que nosotros, cuando endureciéramos un poquito nuestras paletas y colas podríamos hacerlo.


 La manada y nosotros, en cambio, nos quedábamos una noche más en Lomo Jurgón para, al día siguiente hacer un pequeño pateito hasta el terreno del 105, donde nos quedaríamos hasta el martes. ¡Dos días más! ¡Las Amigas del Bosque y los Viejos Lobos se habían vuelto locos!

Esa tarde, hicimos dos actividades súper chulas con los lobatos, donde tuvimos que hacer una serpiente con tapones y en la otra dividirnos por grupos y pintar con una parte del cuerpo. Pintamos con la boca, los codos, los ñoños... Básicamente nos embarramos de pintura, que es lo que más nos gusta hacer.

Después de ducharnos, porque nosotros somos unos castores muy limpios, cenamos y casi no escuchamos a Baloo contarnos un cuento, caímos rendidos. Habían sido dos días de muchas aventuras, y todavía nos quedaban dos más.

A la mañana siguiente, después de un gran desayuno, hicimos bien nuestras mochilas, las ajustamos a nuestra espalda y empezamos a caminar hacia el Terreno del 105, donde dormiríamos con casetas por primera vez este año. Fue un pateo corto, porque nosotros ya somos unos castores experimentados y en una horita nos lo ventilamos. ¡Somos unos cracks!
Allí, aprendimos como se hace una caseta canadiense y Bagheera y Kata nos hicieron un juego de pistas donde conocíamos y aprendíamos un montón de cosas sobre los viejos lobos y amigos del bosque, aparte de scout de canarias. Fue un gran día, uno de los mejores que recuérdanos.

Al caer la noche, los lobatos se fueron a aullar a la luna y nosotros caímos rendidos nada más tocar el saco. Creemos que Kata nos contó un cuento, pero solo lo creemos, casi casi no recordamos habernos puesto ni el pijama de lo cansados que estábamos.

Al día siguiente, recogimos todo muy rápido y terminamos el juego de pistas, que parecía más corto de lo que era. Comimos y bajamos a don Benito.

Toda aventura llega a su fin, y esta había sido una que no íbamos a olvidar fácilmente.

Espero que les haya gustado y que no me haya dejado nada atrás...

¡¡Besitos y cosquillas!!